ANTOLOGÍA Z 5
DOLMEN EDITORIAL
Novela. 320 páginas.
PVP: 17,95 euros.
ISBN: 978-84-15296-10-2
SINOPSIS
Llegamos al quinto aniversario del proyecto Antología Z que, de la mano de Dolmen Editorial y dentro de su Línea Z, recopila algunos de los mejores relatos de este género en diferentes volúmenes. Para celebrar esta quinta entrega, y coordinada directamente por Jorge Iván Argiz, hemos logrado reunir a algunos de los nombres más interesantes del género fantástico en el panorama editorial nacional junto a dos importantes firmas internacionales, para un total de diez autores que aportan un relato zombi realizado exclusivamente para la ocasión.
Los dos autores extranjeros son el británico Ian Watson (guionista de la película Inteligencia Artificial de Steven Spielberg y responsable de obras como Empotrados o Carne) y el argentino Luciano Saracino (experto en el género zombi y autor de más de tres docenas de libros y de varios cómics entre los que destacan, en Dolmen, Corina y el Pistolero e Historias del Olvido). Junto a ellos tendremos a Víctor Conde (ganador del Premio Minotauro 2010 y que ya formó parte de la Línea Z con Naturaleza Muerta), Juan Miguel Aguilera (ganador de 9 premios Ignotus y de un premio Celsius entre otros muchos y uno de los grandes nombres de la CF en nuestro país), Jerónimo Tristante (autor de casi una decena de novelas entre las que destaca la saga de Víctor Ros iniciada en El misterio de la Casa Aranda de la que lleva actualmente tres entregas), Alberto López Aroca (que ya formó parte de la Línea Z con Sherlock Holmes y los zombis de Camford y a la que volverá en un mes con su Necronomicon Z), Daniel Mares (también ganador de un premio Ignotus y responsable de obras tan interesantes como Madrid -finalista al premio Celsius- o Los horrores del escalpelo), Javier Ruescas (autor de la popular saga Cuentos de Bereth, número uno en la lista de más vendidos en Juvenil, y uno de nuestros jóvenes autores más destacados), Javier Márquez (responsable de la novela editada en varios países El sueño de Orfeo) y Miguel Ángel Vivás (escritor de Los Sueños de la Razón, más conocido por su excelente labor de director de cine con obras como Reflejos o la imprescindible Secuestrados y que, actualmente, prepara la adaptación al cine de la novela de la Línea Z escrita por Juan de Dios Garduño Y pese a todo...).
DOLMEN EDITORIAL
Novela. 320 páginas.
PVP: 17,95 euros.
ISBN: 978-84-15296-10-2
SINOPSIS
Llegamos al quinto aniversario del proyecto Antología Z que, de la mano de Dolmen Editorial y dentro de su Línea Z, recopila algunos de los mejores relatos de este género en diferentes volúmenes. Para celebrar esta quinta entrega, y coordinada directamente por Jorge Iván Argiz, hemos logrado reunir a algunos de los nombres más interesantes del género fantástico en el panorama editorial nacional junto a dos importantes firmas internacionales, para un total de diez autores que aportan un relato zombi realizado exclusivamente para la ocasión.
Los dos autores extranjeros son el británico Ian Watson (guionista de la película Inteligencia Artificial de Steven Spielberg y responsable de obras como Empotrados o Carne) y el argentino Luciano Saracino (experto en el género zombi y autor de más de tres docenas de libros y de varios cómics entre los que destacan, en Dolmen, Corina y el Pistolero e Historias del Olvido). Junto a ellos tendremos a Víctor Conde (ganador del Premio Minotauro 2010 y que ya formó parte de la Línea Z con Naturaleza Muerta), Juan Miguel Aguilera (ganador de 9 premios Ignotus y de un premio Celsius entre otros muchos y uno de los grandes nombres de la CF en nuestro país), Jerónimo Tristante (autor de casi una decena de novelas entre las que destaca la saga de Víctor Ros iniciada en El misterio de la Casa Aranda de la que lleva actualmente tres entregas), Alberto López Aroca (que ya formó parte de la Línea Z con Sherlock Holmes y los zombis de Camford y a la que volverá en un mes con su Necronomicon Z), Daniel Mares (también ganador de un premio Ignotus y responsable de obras tan interesantes como Madrid -finalista al premio Celsius- o Los horrores del escalpelo), Javier Ruescas (autor de la popular saga Cuentos de Bereth, número uno en la lista de más vendidos en Juvenil, y uno de nuestros jóvenes autores más destacados), Javier Márquez (responsable de la novela editada en varios países El sueño de Orfeo) y Miguel Ángel Vivás (escritor de Los Sueños de la Razón, más conocido por su excelente labor de director de cine con obras como Reflejos o la imprescindible Secuestrados y que, actualmente, prepara la adaptación al cine de la novela de la Línea Z escrita por Juan de Dios Garduño Y pese a todo...).
CRÍTICA
¡Saludos, hijos de la carne!
En primer lugar, me dirijo a vosotros, pestilentes míos, para hablaros de esta nueva antología infecta que pulula desde hace unos meses por las librerías de los sangre caliente. Aún recuerdo con pus en los ojos aquel segundo volumen de esta colección, mítico, por cierto, en el que nuestra putrefacta estirpe era la protagonista, donde no había más que “survivor horror”, escenarios apocalípticos donde nuestros héroes devorahombres campaban a su antojo… Sí, todo aquello se está perdiendo; nuestra esencia, nuestros orígenes, todo en pos de la originalidad para que nuestro género no se extinga, para que sigamos copando las líneas literarias dedicadas para este efecto y las estanterías de los libreros.
Yo, el Reverendo Sarna, os digo que aquí, en la mayoría de estos relatos sacrílegos, somos la excusa, el segundo plano para hacer realidad los deseos y la creatividad de sus autores.
Por todos los gusanos, reivindico desde aquí el regreso al terror zombi y no a los cuentos de guerreros y princesas en los que eliminamos al dragón para incluir una horda de los nuestros. Merecemos, ¡oh, sí!, mucho más protagonismo que cualquier sangre caliente, pues existimos desde el principio de los tiempos y nuestra carne, aunque corrompida, es eterna por los siglos de los siglos.
Sin más dilaciones, me atreveré a la descripción de cada uno de estos relatos ignominiosos que criticaré según nuestras reglas de podredumbre y bajo mi total y regio criterio;
“Versículos de la Zombiblia”, de Ian Watson.
He aquí, hijos míos, la primera blasfemia que podemos encontrar entre estas páginas. Una copia burda y humorística de nuestros versículos, de nuestro credo, de nuestra ideología. A buen seguro hará las delicias de los hombres, pues el autor, uno de los guionistas del director de cine todavía latente Steven Spielberg, sabe combinar genialmente pasajes sombríos con una sátira que a todos vosotros escandalizaría. No me extenderé más con este forastero, el único que aparece en la antología, pues ni yo mismo, en pleno estado de embriaguez, me atrevería a deformar de tal forma nuestra filosofía. Que sus pecados queden limpios bajo nuestras uñas y dientes.
“La historia de Ofairah y Hozeilah”, de Victor Conde.
Estad bien atentos a esta historia, querida carroña, pues su rica prosa y la belleza de sus exóticos escenarios podrían descarriaros indefectiblemente y guiaros por caminos inescrutables. Este escritor que ni se atreve a usar su verdadero nombre para firmar sus obras, ha utilizado uno de los cuentos de “Las mil y una noches” para ungirnos en su herejía. Mucha aventura y recorrido por el Bagdad mítico de los sultanes y la magia para adentrarnos en una realidad tan oscura y gratificante como la que nos rodea. Oh, aquí sucede tal y como os conté al principio; siento que en estos pasajes insultantes se nos ha desmerecido sobremanera. Únicamente podréis deleitaros en la parte final, donde una legión de hijos nuestros son despertados del calor sofocante del desierto para castigar a los vivos, ciertos sacrílegos que no merecen más destino que unirse al ejército de los muertos.
“Casi muertos (un melodrama americano)”, de Alberto López Aroca.
Aahhh… Bien, hijos míos; ¿recordáis el género negro? Sí, ese cine de policías y gangsters que solíais ver cuando vuestros nervios ópticos todavía emitían imágenes cromáticas a vuestros cerebros… Ya veo que las podridas seseras que conserváis en los cráneos no dan para más. Bueno, yo os lo explicaré, como hago siempre; Unos cuantos socios y amigotes de sangre caliente deciden ajustarle las cuentas a otro por encargo, ya que este tipo en cuestión se ha acostado con la mujer del primero, y este, a su vez… ¿No os estáis enterando de nada, verdad? No estáis hechos para pensar, sino para acechar y desmembrar. Lo dejaremos aquí. Por mi parte, debo deciros que este relato, si bien no es uno de los más destacados de la obra, sí es uno de los menos subversivos. Los humanos dirían algo así como: “Es una jodida peli americana de cine muy muy negro llevada al papel”; ¡qué predecibles! Menos mal que al autor no le gustan los de nuestra estirpe, sino no emplearía tantas horas en cultivar el género. A los más jóvenes que asistís a mi sermón, os permitiré su lectura, siempre y cuando me traigáis a la chica de Hosmer Angel a la vicaría. Hay que llevarla por el camino recto, ya me entendéis, criaturillas.
“Primer amor”, de Javier Ruescas.
Con cuajos de pus en los lagrimales, debo deciros que Kenny, el único de los nuestros que aparece en este relato, era uno de mis hijos predilectos. Después de desviarse inesperadamente de la senda que nos marca la carne, ha vuelto a aparecer en esta historia, amedrentado por esos niños vivos y crueles que… En fin, al menos el chaval vuelve a ser un cadáver libre. ¡A lo que estamos, carroñeros! Si vuestro Reverendo Sarna se posicionara en el criterio de los humanos, seguramente llegaría a la conclusión de estar ante uno de los mejores relatos de esta antología, pero, ¡cuidado!, no sintáis simpatía alguna por esas pequeñas bestias de sangre caliente y nombres bíblicos. Soy capaz de enterarme y de desterraros para que seáis exterminados por los vivos, ¡he dicho!
“Olor a muerte”, de Luciano Saracino.
Antes de disertar sobre esta nueva herejía, debo mandar un saludo a nuestros congéneres del otro lado del charco. Quiero y espero que continuéis la resistencia en vuestras fronteras y que sigáis derribando los muros de las defensas humanas para alimentaros de sus sabrosas vísceras. Todo esto viene a razón de la trama que nos compete ahora, una aventura mexicana en el corazón de la selva donde los dos protagonistas se verán inmersos en una tradición típica y funeraria de la tierra de la que no podrán huir de rositas… Perdonad si os he contado casi todo, pero no dejo de entender estos ritos de convivencia y entendimiento entre humanos y muertos que practican nuestros congéneres aztecas desde que la carne es carne. Debéis comprender que estas costumbres inexplicables para nosotros, si bien son férreas y místicas para ellos, son totalmente inasumibles en estos lares. ¡Blasfemia! Sí, aquí sólo tendrían cabida de esa manera. En nuestra tierra no existe otra relación con los sangre caliente que el ataque, el despiece y el atracón. Todo aquel que intente otro tipo de acercamiento, deberá atenerse a las consecuencias; la máquina de desmembramiento del calabozo sería lo más honroso para esos desgraciados traidores. ¿Veis lo que habéis conseguido? Me habéis sobreexcitado, pútridos ególatras. Dejadme concluir la crítica de una vez; este Saracino, aparte de argentino, valga la rima, es un buen escritor. El lector se verá transportado a esos escenarios de sórdidas aldeas de atmósferas siniestras y, a la vez, tan respetuosas y festivas con sus muertos. Nada más, ¡lectura censurada! Y no quiero oír ninguna objeción, ¿entendido?
“High School Zombies”, de Jerónimo Tristante.
Atrás, adelante, atrás, adelante… ¿Y a esto lo llaman originalidad? ¿Así cómo pretende este carnoso que me aclare con su lectura? Pero eso no es nada; un meteorito caído en un pueblo, una nueva raza de no-muertos venidos del espacio, un instituto lleno de alumnos y profesores infectados… ¡Otra nueva herejía, hijos míos! No, no gruñáis de esa forma tan lamentable, no merece la pena que desperdiciéis vuestras ya maltrechas cuerdas vocales. Si algo destacaría de este exceso de mentiras y escarnios son las cruentas narraciones que aquí nos brinda el tal Tristante, me gusta su tratamiento y las correrías sangrientas de sus particulares… “infectados”. ¡Demonios, cómo cuesta pronunciar semejante infamia! ¡Aahhh! Seguro que este relato hace las delicias de los vivos, sobretodo de los adolescentes, esa carne tan joven y suculenta. Pasad página rápido antes de que se os despierte el hambre…
“El gran impostor”, de Daniel Mares.
El título ya lo dice todo, hijos míos. El escritor se ha atrevido a incluir a uno de los suyos como uno de los nuestros. El protagonista no es sino un sangre caliente que se hace pasar por carne muerta para sobrevivir. ¡Qué insulto! ¿Acaso podemos pasarnos nosotros por vivos? Y como este, ¿seríamos capaces de comandar un ejército de sangres calientes para alzarnos con la victoria? Dejadme que yo os lo responda: ¡No! Claro, es la mejor forma de convertir esta historia en una de las mejores de esta obra maldita, sí, pero el precio que ha pagado nuestra especie, una vez más, ha sido alto. Nuestra imagen de nuevo vilipendiada, manejada al antojo por el innombrable autor. ¿Penalmas? ¿Qué clase de nombre es ese? Los vivos no han llamado de todo desde que la carne es carne y la descomposición su único cometido; desde “no-muertos”, pasando por “caminantes”, hasta “cabezas muertas”. Prefería la denominación de “podridos”, porque eso es lo que somos en realidad, carne muerta y corrompida. Sólo os pediré que lo leáis una vez, para que veáis lo que le ocurre a ese saltimbanqui que se hace pasar por muerto. Porque la podredumbre, aunque no roce la carne de los vivos, también nace por dentro, puede ser más rápida y dañina, y corrompe hasta al más avispado de los cerebros.
“Cuestión de principios”, de Javier Márquez.
Ya sabéis todos que este Madrid “postapocalíptico” -¡qué obsesión tienen los sangre caliente por llamar “Apocalipsis” al comienzo de nuestra era!- que nos cuenta el tal Márquez a través de su personaje, el detective Paco Rodero, no se corresponde realmente a nuestra realidad. Hoy por hoy, nuestra legión putrefacta camina a sus anchas por Sol, Gran Vía, Chamartín… ¡La Castellana es nuestra, mi querida carroña!
No dejéis que bulos así os nublen la única neurona sana que os queda. Ahora bien, la imaginería de los que se esconden de los nuestros ha sido siempre tan creativa y holgada que les hace capaces de inventarse de todo con tal de arengar a los suyos y darles esperanzas. Una Zona Muerta donde hacinan a los de nuestra carne, donde se adentran los llamados “exploradores”, una supuesta cura que detiene la infección, una trama detectivesca con dosis de amor… ¿Amor? ¡Qué débiles aquellos que aman, pues su debilidad les hará vulnerables y les hará dudar! Y en ese menor atisbo de duda, cuando uno de los nuestros aceche a uno de los suyos, ahí hallaremos la venganza que siempre ansiamos.
Un relato, por lo demás, sin pena ni gloria. A todos aquellos que os atreváis a pasar sus páginas y lleguéis a simpatizar con la socarronería y el humor negro del detective Rodero, se las verá con… ¡Eh, tú! ¿Adónde vas? ¡Vuelve a sentarte ahora mismo!
“El triunfo de la muerte”, de Juan Miguel Aguilera.
África… Su mero pensamiento me hace evocar buenos recuerdos; la invasión del Magreb y del cuerno africano y el avance por el curso del Nilo cuando yo era un simple misionero de la carne. Lástima que los vivos frenaron nuestro glorioso avance desde el Congo y el Sáhara, porque si no… ¡Silencio! Una expedición a África es de lo que habla Aguilera, el intento del rey de Portugal allá por 1578 de derrocar a un mago moro que comandaba ejércitos enteros de muertos. Leyendas, supercherías, ¿acaso esperabais algo diferente? No me consta el uso de la magia para reanimar a la carne, ni siquiera están homologados la santería y el vudú en nuestra religión. En fin, otro de esos relatos que se aprovechan de nuestra condición corrupta para deformar la realidad. Otra delicia narrativa, aventurera, épica para los vivos. Y el soldado Miguel Bravo, de los Viejos Tercios de Flandes, otro heroico superviviente que encumbrar. Suerte que las hordas de lo corrompido se imponen al desatino y la gesta en falso del rey Sebastián. ¿Queréis que comience a leer por la parte final, la de la batalla? Es de lo mejor del libro, os lo aseguro, gusanos.
“Amanda”, de Miguel Ángel Vivas.
Aún no sé qué demonios pinta esta historia cerrando esta antología. A pesar de esto, vista desde los ojos de los sangre caliente, merece ser digna de todo tipo de elogios y alabanzas, por lo que intuyo. El cuento de una mujer que se queda no-embarazada y que cumple con los macabros deseos de una no-neonata que lucha por venir a este mundo.
¿Qué hay de podrido en esto? ¿Se ha traspapelado una historia sobrenatural a modo de colofón? ¡Qué importa una nueva afrenta, una burla más a nuestra raza! El coordinador de esta obra sacrílega ha ido más allá, y tened por seguro que el día menos pensado lo pagará cuando caiga en nuestras manos y hagamos nuestra toda su carne. Con ella alimentaremos a los nuevos miembros, para que tomen ejemplo y sepan cómo despiezar a los que nos afrentan, ¡oh, sí!
Resumiendo, carne de mi carne. He aquí el triunfo de la deformación de nuestra realidad, del retorcimiento de la originalidad, como bien decía al comienzo, para seguir copando las librerías. Se perdieron las viejas historias de nuestros padres, aquellas en las que éramos dueños y señores de las letras y los escenarios, y todos aquellos autores vivos que llenaban las páginas de tinta a costa de nuestras correrías e invasiones nos mostraban el más merecido respeto. Pero las historias de antes han cambiado; el orgullo y el prejuicio es zombi, el lazarillo es Z, Blancanieves resucitó de entre los muertos, y demás blasfemias que infestaran vuestros purulentos oídos de ignominiosa barbarie. Aún así, los que todavía encontréis sentido a este puñado de relatos insulsos, tened el valor suficiente para arrebatadme este volumen de la mano. ¡Vamos, hatajo de mentecatos, acercaos! ¿No lo queréis? Bien, así es cómo debéis obrar ante los ojos de vuestro líder… ¡Alto! ¿Dónde vas? ¿Qué hacéis alargando vuestros miembros hacia el atril? ¡Deteneos, herejes! ¡Blasfemos! ¡Os castigaré, malditos! No me agarréis así, mevais a… ¡Nooo!
Nota del reseñista: El tipo de lenguaje utilizado en esta reseña está basado en el primer relato de esta antología. Si me ha salido así, ha sido por pura diversión y originalidad.
¡Que la disfrutéis!
RESEÑA REALIZADA POR D.R.G
¡Saludos, hijos de la carne!
En primer lugar, me dirijo a vosotros, pestilentes míos, para hablaros de esta nueva antología infecta que pulula desde hace unos meses por las librerías de los sangre caliente. Aún recuerdo con pus en los ojos aquel segundo volumen de esta colección, mítico, por cierto, en el que nuestra putrefacta estirpe era la protagonista, donde no había más que “survivor horror”, escenarios apocalípticos donde nuestros héroes devorahombres campaban a su antojo… Sí, todo aquello se está perdiendo; nuestra esencia, nuestros orígenes, todo en pos de la originalidad para que nuestro género no se extinga, para que sigamos copando las líneas literarias dedicadas para este efecto y las estanterías de los libreros.
Yo, el Reverendo Sarna, os digo que aquí, en la mayoría de estos relatos sacrílegos, somos la excusa, el segundo plano para hacer realidad los deseos y la creatividad de sus autores.
Por todos los gusanos, reivindico desde aquí el regreso al terror zombi y no a los cuentos de guerreros y princesas en los que eliminamos al dragón para incluir una horda de los nuestros. Merecemos, ¡oh, sí!, mucho más protagonismo que cualquier sangre caliente, pues existimos desde el principio de los tiempos y nuestra carne, aunque corrompida, es eterna por los siglos de los siglos.
Sin más dilaciones, me atreveré a la descripción de cada uno de estos relatos ignominiosos que criticaré según nuestras reglas de podredumbre y bajo mi total y regio criterio;
“Versículos de la Zombiblia”, de Ian Watson.
He aquí, hijos míos, la primera blasfemia que podemos encontrar entre estas páginas. Una copia burda y humorística de nuestros versículos, de nuestro credo, de nuestra ideología. A buen seguro hará las delicias de los hombres, pues el autor, uno de los guionistas del director de cine todavía latente Steven Spielberg, sabe combinar genialmente pasajes sombríos con una sátira que a todos vosotros escandalizaría. No me extenderé más con este forastero, el único que aparece en la antología, pues ni yo mismo, en pleno estado de embriaguez, me atrevería a deformar de tal forma nuestra filosofía. Que sus pecados queden limpios bajo nuestras uñas y dientes.
“La historia de Ofairah y Hozeilah”, de Victor Conde.
Estad bien atentos a esta historia, querida carroña, pues su rica prosa y la belleza de sus exóticos escenarios podrían descarriaros indefectiblemente y guiaros por caminos inescrutables. Este escritor que ni se atreve a usar su verdadero nombre para firmar sus obras, ha utilizado uno de los cuentos de “Las mil y una noches” para ungirnos en su herejía. Mucha aventura y recorrido por el Bagdad mítico de los sultanes y la magia para adentrarnos en una realidad tan oscura y gratificante como la que nos rodea. Oh, aquí sucede tal y como os conté al principio; siento que en estos pasajes insultantes se nos ha desmerecido sobremanera. Únicamente podréis deleitaros en la parte final, donde una legión de hijos nuestros son despertados del calor sofocante del desierto para castigar a los vivos, ciertos sacrílegos que no merecen más destino que unirse al ejército de los muertos.
“Casi muertos (un melodrama americano)”, de Alberto López Aroca.
Aahhh… Bien, hijos míos; ¿recordáis el género negro? Sí, ese cine de policías y gangsters que solíais ver cuando vuestros nervios ópticos todavía emitían imágenes cromáticas a vuestros cerebros… Ya veo que las podridas seseras que conserváis en los cráneos no dan para más. Bueno, yo os lo explicaré, como hago siempre; Unos cuantos socios y amigotes de sangre caliente deciden ajustarle las cuentas a otro por encargo, ya que este tipo en cuestión se ha acostado con la mujer del primero, y este, a su vez… ¿No os estáis enterando de nada, verdad? No estáis hechos para pensar, sino para acechar y desmembrar. Lo dejaremos aquí. Por mi parte, debo deciros que este relato, si bien no es uno de los más destacados de la obra, sí es uno de los menos subversivos. Los humanos dirían algo así como: “Es una jodida peli americana de cine muy muy negro llevada al papel”; ¡qué predecibles! Menos mal que al autor no le gustan los de nuestra estirpe, sino no emplearía tantas horas en cultivar el género. A los más jóvenes que asistís a mi sermón, os permitiré su lectura, siempre y cuando me traigáis a la chica de Hosmer Angel a la vicaría. Hay que llevarla por el camino recto, ya me entendéis, criaturillas.
“Primer amor”, de Javier Ruescas.
Con cuajos de pus en los lagrimales, debo deciros que Kenny, el único de los nuestros que aparece en este relato, era uno de mis hijos predilectos. Después de desviarse inesperadamente de la senda que nos marca la carne, ha vuelto a aparecer en esta historia, amedrentado por esos niños vivos y crueles que… En fin, al menos el chaval vuelve a ser un cadáver libre. ¡A lo que estamos, carroñeros! Si vuestro Reverendo Sarna se posicionara en el criterio de los humanos, seguramente llegaría a la conclusión de estar ante uno de los mejores relatos de esta antología, pero, ¡cuidado!, no sintáis simpatía alguna por esas pequeñas bestias de sangre caliente y nombres bíblicos. Soy capaz de enterarme y de desterraros para que seáis exterminados por los vivos, ¡he dicho!
“Olor a muerte”, de Luciano Saracino.
Antes de disertar sobre esta nueva herejía, debo mandar un saludo a nuestros congéneres del otro lado del charco. Quiero y espero que continuéis la resistencia en vuestras fronteras y que sigáis derribando los muros de las defensas humanas para alimentaros de sus sabrosas vísceras. Todo esto viene a razón de la trama que nos compete ahora, una aventura mexicana en el corazón de la selva donde los dos protagonistas se verán inmersos en una tradición típica y funeraria de la tierra de la que no podrán huir de rositas… Perdonad si os he contado casi todo, pero no dejo de entender estos ritos de convivencia y entendimiento entre humanos y muertos que practican nuestros congéneres aztecas desde que la carne es carne. Debéis comprender que estas costumbres inexplicables para nosotros, si bien son férreas y místicas para ellos, son totalmente inasumibles en estos lares. ¡Blasfemia! Sí, aquí sólo tendrían cabida de esa manera. En nuestra tierra no existe otra relación con los sangre caliente que el ataque, el despiece y el atracón. Todo aquel que intente otro tipo de acercamiento, deberá atenerse a las consecuencias; la máquina de desmembramiento del calabozo sería lo más honroso para esos desgraciados traidores. ¿Veis lo que habéis conseguido? Me habéis sobreexcitado, pútridos ególatras. Dejadme concluir la crítica de una vez; este Saracino, aparte de argentino, valga la rima, es un buen escritor. El lector se verá transportado a esos escenarios de sórdidas aldeas de atmósferas siniestras y, a la vez, tan respetuosas y festivas con sus muertos. Nada más, ¡lectura censurada! Y no quiero oír ninguna objeción, ¿entendido?
“High School Zombies”, de Jerónimo Tristante.
Atrás, adelante, atrás, adelante… ¿Y a esto lo llaman originalidad? ¿Así cómo pretende este carnoso que me aclare con su lectura? Pero eso no es nada; un meteorito caído en un pueblo, una nueva raza de no-muertos venidos del espacio, un instituto lleno de alumnos y profesores infectados… ¡Otra nueva herejía, hijos míos! No, no gruñáis de esa forma tan lamentable, no merece la pena que desperdiciéis vuestras ya maltrechas cuerdas vocales. Si algo destacaría de este exceso de mentiras y escarnios son las cruentas narraciones que aquí nos brinda el tal Tristante, me gusta su tratamiento y las correrías sangrientas de sus particulares… “infectados”. ¡Demonios, cómo cuesta pronunciar semejante infamia! ¡Aahhh! Seguro que este relato hace las delicias de los vivos, sobretodo de los adolescentes, esa carne tan joven y suculenta. Pasad página rápido antes de que se os despierte el hambre…
“El gran impostor”, de Daniel Mares.
El título ya lo dice todo, hijos míos. El escritor se ha atrevido a incluir a uno de los suyos como uno de los nuestros. El protagonista no es sino un sangre caliente que se hace pasar por carne muerta para sobrevivir. ¡Qué insulto! ¿Acaso podemos pasarnos nosotros por vivos? Y como este, ¿seríamos capaces de comandar un ejército de sangres calientes para alzarnos con la victoria? Dejadme que yo os lo responda: ¡No! Claro, es la mejor forma de convertir esta historia en una de las mejores de esta obra maldita, sí, pero el precio que ha pagado nuestra especie, una vez más, ha sido alto. Nuestra imagen de nuevo vilipendiada, manejada al antojo por el innombrable autor. ¿Penalmas? ¿Qué clase de nombre es ese? Los vivos no han llamado de todo desde que la carne es carne y la descomposición su único cometido; desde “no-muertos”, pasando por “caminantes”, hasta “cabezas muertas”. Prefería la denominación de “podridos”, porque eso es lo que somos en realidad, carne muerta y corrompida. Sólo os pediré que lo leáis una vez, para que veáis lo que le ocurre a ese saltimbanqui que se hace pasar por muerto. Porque la podredumbre, aunque no roce la carne de los vivos, también nace por dentro, puede ser más rápida y dañina, y corrompe hasta al más avispado de los cerebros.
“Cuestión de principios”, de Javier Márquez.
Ya sabéis todos que este Madrid “postapocalíptico” -¡qué obsesión tienen los sangre caliente por llamar “Apocalipsis” al comienzo de nuestra era!- que nos cuenta el tal Márquez a través de su personaje, el detective Paco Rodero, no se corresponde realmente a nuestra realidad. Hoy por hoy, nuestra legión putrefacta camina a sus anchas por Sol, Gran Vía, Chamartín… ¡La Castellana es nuestra, mi querida carroña!
No dejéis que bulos así os nublen la única neurona sana que os queda. Ahora bien, la imaginería de los que se esconden de los nuestros ha sido siempre tan creativa y holgada que les hace capaces de inventarse de todo con tal de arengar a los suyos y darles esperanzas. Una Zona Muerta donde hacinan a los de nuestra carne, donde se adentran los llamados “exploradores”, una supuesta cura que detiene la infección, una trama detectivesca con dosis de amor… ¿Amor? ¡Qué débiles aquellos que aman, pues su debilidad les hará vulnerables y les hará dudar! Y en ese menor atisbo de duda, cuando uno de los nuestros aceche a uno de los suyos, ahí hallaremos la venganza que siempre ansiamos.
Un relato, por lo demás, sin pena ni gloria. A todos aquellos que os atreváis a pasar sus páginas y lleguéis a simpatizar con la socarronería y el humor negro del detective Rodero, se las verá con… ¡Eh, tú! ¿Adónde vas? ¡Vuelve a sentarte ahora mismo!
“El triunfo de la muerte”, de Juan Miguel Aguilera.
África… Su mero pensamiento me hace evocar buenos recuerdos; la invasión del Magreb y del cuerno africano y el avance por el curso del Nilo cuando yo era un simple misionero de la carne. Lástima que los vivos frenaron nuestro glorioso avance desde el Congo y el Sáhara, porque si no… ¡Silencio! Una expedición a África es de lo que habla Aguilera, el intento del rey de Portugal allá por 1578 de derrocar a un mago moro que comandaba ejércitos enteros de muertos. Leyendas, supercherías, ¿acaso esperabais algo diferente? No me consta el uso de la magia para reanimar a la carne, ni siquiera están homologados la santería y el vudú en nuestra religión. En fin, otro de esos relatos que se aprovechan de nuestra condición corrupta para deformar la realidad. Otra delicia narrativa, aventurera, épica para los vivos. Y el soldado Miguel Bravo, de los Viejos Tercios de Flandes, otro heroico superviviente que encumbrar. Suerte que las hordas de lo corrompido se imponen al desatino y la gesta en falso del rey Sebastián. ¿Queréis que comience a leer por la parte final, la de la batalla? Es de lo mejor del libro, os lo aseguro, gusanos.
“Amanda”, de Miguel Ángel Vivas.
Aún no sé qué demonios pinta esta historia cerrando esta antología. A pesar de esto, vista desde los ojos de los sangre caliente, merece ser digna de todo tipo de elogios y alabanzas, por lo que intuyo. El cuento de una mujer que se queda no-embarazada y que cumple con los macabros deseos de una no-neonata que lucha por venir a este mundo.
¿Qué hay de podrido en esto? ¿Se ha traspapelado una historia sobrenatural a modo de colofón? ¡Qué importa una nueva afrenta, una burla más a nuestra raza! El coordinador de esta obra sacrílega ha ido más allá, y tened por seguro que el día menos pensado lo pagará cuando caiga en nuestras manos y hagamos nuestra toda su carne. Con ella alimentaremos a los nuevos miembros, para que tomen ejemplo y sepan cómo despiezar a los que nos afrentan, ¡oh, sí!
Resumiendo, carne de mi carne. He aquí el triunfo de la deformación de nuestra realidad, del retorcimiento de la originalidad, como bien decía al comienzo, para seguir copando las librerías. Se perdieron las viejas historias de nuestros padres, aquellas en las que éramos dueños y señores de las letras y los escenarios, y todos aquellos autores vivos que llenaban las páginas de tinta a costa de nuestras correrías e invasiones nos mostraban el más merecido respeto. Pero las historias de antes han cambiado; el orgullo y el prejuicio es zombi, el lazarillo es Z, Blancanieves resucitó de entre los muertos, y demás blasfemias que infestaran vuestros purulentos oídos de ignominiosa barbarie. Aún así, los que todavía encontréis sentido a este puñado de relatos insulsos, tened el valor suficiente para arrebatadme este volumen de la mano. ¡Vamos, hatajo de mentecatos, acercaos! ¿No lo queréis? Bien, así es cómo debéis obrar ante los ojos de vuestro líder… ¡Alto! ¿Dónde vas? ¿Qué hacéis alargando vuestros miembros hacia el atril? ¡Deteneos, herejes! ¡Blasfemos! ¡Os castigaré, malditos! No me agarréis así, mevais a… ¡Nooo!
Nota del reseñista: El tipo de lenguaje utilizado en esta reseña está basado en el primer relato de esta antología. Si me ha salido así, ha sido por pura diversión y originalidad.
¡Que la disfrutéis!
RESEÑA REALIZADA POR D.R.G
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