ANTOLOGÍA Z VOLUMEN 2, de NOCTE
DOLMEN EDITORIAL
Páginas: 280
ISBN: 9788493754464
Precio: 17.95 euros
Año de Edición: 2010
SINOPSIS
Son seres abyectos, depravados, oscuros… Vagan por la vida sin rumbo ni destino. Les encanta la sangre y se alimentan del miedo: Son los autores que conforman Nocte, la asociación española de escritores de terror. Y ahora han unido sus fuerzas para narrar historias de otros seres todavía más amenazantes: los zombis. Dieciocho autores, dieciocho historias y otros tantos puntos de vista sobre una figura mítica del terror moderno.
Los mejores escritores de terror de nuestro país nos presentan el enfoque más atrevido, innovador y aterrador de las historias de zombis.
Deja que la carne fresca rezume de entre las páginas y empápate de buena literatura teñida de rojo. Pero ten cuidado, puede que quedes infectado por el virus del miedo.
Álvaro Fuentes se ha encargado de seleccionar estos relatos, a los que José Carlos Somoza se ha encargado de prologar.
Las historias y autores recogidos en esta antología son las siguiente: Microcuentos (por Julián Sánchez Caramazana), Todo lo que muere se levanta (por Juan de Dios Garduño), El pacto de la niebla (por Víctor Conde), S0KH9E (por Magnus Dagon) Fuegos Fatuos (por Miguel Puente Molíns), Black zombi (por Claudio Cerdán), Psique (por Marc R. Soto), Mi amada Michelle (por J.E. Álamo), Fabularia (por Santiago Eximeno), Tras una persiana veneciana (por Emilio Bueso), Cenizas del Niflheim (por Sergio Mars), Víctimas y Verdugos (por José María Tamparillas), Carne de tu carne (por Fermín Moreno González), La primera resurrección (por Rubén Serrano), Mi primo Tom (por Pedro L. López), Salida maldita (por Roque Pérez Prado), Al otro lado de la pared (por David Jasso), Asquerosamente ricos (por Nuria C. Botey) y Ajenjo (por Pedro Escudero Zumel).
CRÍTICA
Antes de nada, un saludito para tod@s l@s weber@s.
Mi nombre es David R.G. y este es mi comienzo como “crítico-reseñador”, así que espero no ser más inexperto, cruel y mordaz de lo que esperáis que sea.
Sobretodo, agradecer a Isa, la administradora de este tinglado, por su confianza en este humilde escritor y por su más que admirable paciencia.
Me bautizo, decía, con la reseña de una obra que es una colección de relatos de zombis (o no-muertos, como prefiráis); un género que ha tenido gran aceptación y rápida difusión en los últimos años y que, visto como lo andan “exprimiendo” entre la gran pantalla y las editoriales, corre el inevitable riesgo de aburrir y/o saturar al lector, incluso al habitual consumidor del mismo.
DOLMEN EDITORIAL
Páginas: 280
ISBN: 9788493754464
Precio: 17.95 euros
Año de Edición: 2010
SINOPSIS
Son seres abyectos, depravados, oscuros… Vagan por la vida sin rumbo ni destino. Les encanta la sangre y se alimentan del miedo: Son los autores que conforman Nocte, la asociación española de escritores de terror. Y ahora han unido sus fuerzas para narrar historias de otros seres todavía más amenazantes: los zombis. Dieciocho autores, dieciocho historias y otros tantos puntos de vista sobre una figura mítica del terror moderno.
Los mejores escritores de terror de nuestro país nos presentan el enfoque más atrevido, innovador y aterrador de las historias de zombis.
Deja que la carne fresca rezume de entre las páginas y empápate de buena literatura teñida de rojo. Pero ten cuidado, puede que quedes infectado por el virus del miedo.
Álvaro Fuentes se ha encargado de seleccionar estos relatos, a los que José Carlos Somoza se ha encargado de prologar.
Las historias y autores recogidos en esta antología son las siguiente: Microcuentos (por Julián Sánchez Caramazana), Todo lo que muere se levanta (por Juan de Dios Garduño), El pacto de la niebla (por Víctor Conde), S0KH9E (por Magnus Dagon) Fuegos Fatuos (por Miguel Puente Molíns), Black zombi (por Claudio Cerdán), Psique (por Marc R. Soto), Mi amada Michelle (por J.E. Álamo), Fabularia (por Santiago Eximeno), Tras una persiana veneciana (por Emilio Bueso), Cenizas del Niflheim (por Sergio Mars), Víctimas y Verdugos (por José María Tamparillas), Carne de tu carne (por Fermín Moreno González), La primera resurrección (por Rubén Serrano), Mi primo Tom (por Pedro L. López), Salida maldita (por Roque Pérez Prado), Al otro lado de la pared (por David Jasso), Asquerosamente ricos (por Nuria C. Botey) y Ajenjo (por Pedro Escudero Zumel).
CRÍTICA
Antes de nada, un saludito para tod@s l@s weber@s.
Mi nombre es David R.G. y este es mi comienzo como “crítico-reseñador”, así que espero no ser más inexperto, cruel y mordaz de lo que esperáis que sea.
Sobretodo, agradecer a Isa, la administradora de este tinglado, por su confianza en este humilde escritor y por su más que admirable paciencia.
Me bautizo, decía, con la reseña de una obra que es una colección de relatos de zombis (o no-muertos, como prefiráis); un género que ha tenido gran aceptación y rápida difusión en los últimos años y que, visto como lo andan “exprimiendo” entre la gran pantalla y las editoriales, corre el inevitable riesgo de aburrir y/o saturar al lector, incluso al habitual consumidor del mismo.
Es por ello que los autores de relatos de este tipo, como los de cualquier otros, están abocados a innovar para sorprendernos con nuevas ideas, historias originales y otros giros de tuerca que vayan refrescando este universo literario de no-muertos y así evitar que “apeste”; -algo paradójico cuando hablamos, precisamente, de cadáveres andantes-.
En este sentido, se puede decir que la mayoría de las tramas y escenarios de los relatos de “Ant-Z. Vol.2”, salvo contadas excepciones, no se salen de los habituales en cualquier relato de zombis, aunque sin menosprecio, eso sí, del talento de cada autor, los guiones y las formas narrativas; en general, rasgos admirables en los textos, en muchos de los casos, cargados de tensión, suspense y entretenimiento visceral directo e indirecto. A pesar de todo, ninguna historia de Ant.Z-Vol.2 dejará a nadie indiferente, seáis “devoradores de zombis” o no.
Si el objetivo principal es entretener y sumergir al lector en situaciones dantescas de horror y supervivencia, desde la primera a la última hoja de cada trabajo quedaréis saciados de tripas, viscoso caldo rojo esparcido por doquier y mucho canguelo, independientemente de las sensaciones que os deje cada uno.
Empecemos pues con mis opiniones individuales de cada relato, que haré de la forma más breve, concisa y cariñosa posible.
Siguiendo el orden de aparición:
Ajenjo, de Pedro Escudero Zumel.- Para mi gusto, uno de los relatos menos original en cuanto a la historia, y más tras acabar de deleitarnos con el tremendo prólogo de Somoza.
La idea del prota medio zombi ya la hemos visto en alguna ocasión y, aunque el autor se esfuerza en plantearnos y describirnos tanto la particular situación del personaje como los escenarios apocalípticos en los que se desenvuelve, no acaba de satisfacerme demasiado.
Al otro lado de la pared, de David Jasso. – Estamos ante una de las mejores e intensas narraciones de esta antología. Tensión y suspense a cada vuelta de la esquina como si leyéramos el guión de un cortometraje de terror del bueno.
He vuelto a experimentar las mismas sensaciones que cuando “devoré” el AZ de Loureiro. Sencillamente, genial.
Asquerosamente ricos, de Nuria C. Botey. - ¿Piratas de Madagascar abordando por desgracia un yate en alta mar repleto de zombis? Suena estupendo y más aún cuando la sangre casi puede salpicarnos a través de las páginas entremezclándose con el olor a pólvora a causa de tantas ráfagas a diestro y siniestro.
Ya leí algo parecido en algún capítulo de “Zombie Island” de David Wellington, pero es que a un servidor eso de masacrar zombis en espacios cerrados le encanta.
Carne de cañón, de Claudio Cerdán. – Imagínense por un momento visionando un film bélico rodado por el mismísimo Quentin Tarantino; ahora, visualicen una larga escena protagonizada por un mando y unos soldados paletos enclaustrados en un tanque; y ya, por último, piensen en una road movie en medio de la selva con una cantidad ingente de zombis somalís dando guerra de por medio.
El resultado, una de las historias más dinámicas, originales y divertidas sobre no-muertos jamás escrita. Y la jerga militar utilizada no tiene desperdicio alguno; ideal para un buen relato de “podridos”. (Pero al final, ¿en qué hemos quedado?; ¿La ha escrito Cerdán o Tarantino?).
Carne de tu carne, de Fermín Moreno González. – Contada con un tipo de narrador poco común, el autor consigue engancharnos desde el principio a un drama familiar que parece no tener fin y que tiene como protagonista a una bonita –y desgraciada- adolescente.
Un relato ingenioso, en ocasiones desgarrador, sobre tiempos cruentos donde los no-muertos gobiernan sobre la faz de la Tierra. En pocas palabras, les tocará la fibra sensible, señores lectores.
Cenizas del Niflheim, de Sergio Mars. - Este es uno de los primeros relatos de la antología que no transcurre en el s.XXI (¡Por fín!); más concretamente, nos lleva hasta Islandia, allá por el año del Señor de 1104.
Nos encontramos en un escenario temporal diferente para un relato épico donde los enemigos de nuestros héroes son hordas del Averno regurgitadas de las mismas entrañas de un volcán; - Recuerden las que nos tocó padecer en el mundo real, la del Eyjafjaya (2010) y la del Grimsvotn (2011); por si ya nos parecieran poco sus puñeteras nubes volcánicas, ahora figúrense que estas sólo fueran el telón tóxico de un invencible ejército de muertos vivientes -.
Pues eso, una historia épica con mucha mitología islandesa impronunciable, todo el honor de los guerreros del medievo en la batalla y, como no, la carne de muerto viviente necesaria para deleitarnos hasta su punto final.
El pacto de la niebla, de Victor Conde. – Y quiso el destino – o más bien, la mente de editor y/o los coordinadores -, que este relato de tintes similares a su antecesor en la obra quedase enclavado en este lugar; no entendemos si para continuar con la ingeniosa e imaginativa épica de los mismos o para hacerse la puñeta entre ellos.
El caso es que “El pacto de la niebla”, si quisiera pretender algo más que el anterior, no lo consigue y para colmo, me deja algo decepcionado con su rápido y casi onírico desenlace.
En mi opinión, alguna escena con más acción directa al final le hubiera hecho merecedora justicia.
Fabularia, de Santiago Eximeno. - ¡Ay, Dios! (Oh, My God!), pensé tras hojear las dos primeras páginas de este relato capaz de descongelar al propio Walt Disney y hacerlo levantarse y tambalearse hasta la morada misma del Sr. Eximeno para devorarle las entrañas mientras éste sigue soñando…(esta vez con Caperucita).
Sí, tal vez penséis que me estoy contradiciendo diciendo esto; que hay que buscar la originalidad en la literatura zombi – que si “Orgullo y Prejuicio Z, que si “El Lazarillo de Zombis”, digo, “de Tormes Z”, etc… -; pero es que ya estamos rizando el rizo demasiado y la originalidad extrema no siempre queda bien.
Blancanieves Zombi persiguiendo enanitos hasta la mina… Ojo, no me confundáis; no puedo decir que no me haya gustado pero todo esto ha hecho que me plantee una seria y difícil cuestión: ¿Hasta dónde vamos a llegar en la literatura Z? O mejor dicho, ¿dónde no vamos ya a meter zombis, visto lo visto? ¿Podemos realmente “infectar” todos los clásicos a nuestro antojo?
Eso sí, mucho cuidado con leerles esta versión Z del clásico de Disney a vuestros hijos, si no queréis que tengan pesadillas y toda clase de fugas nocturnas.
Fuegos Fatuos, de Miguel Puente Molins. – Tres jovenzuelos perdidos en el monte que se dedican a cazar zombis en mitad de la noche es un argumento que apenas roza lo convincente. Si le añades unos pasajes de acción y sangre y no-muertos que emanan gases fosforescentes en la oscuridad, ya tiene mejor pinta pero aún así no logra alcanzar una buena nota en mi estándar de calidad “Z”.
La primera resurrección, de Rubén Serrano. – Y vuelvo a exclamar: “¡Ay, Dios!”; (esta vez más acertadamente), tras leer las primeras páginas de lo que podría calificarse como un “evangelio apócrifo Z” de la Biblia.
Esta vez no voy a volver a mis rayadas mentales tras la crítica de “Fabularia”, ya que un servidor es uno de los muchos que piensan que las Sagradas Escrituras están repletas de manipulaciones, engaños y artificios – que no nos conciernen para nada ahora -; y darle una explicación así a los milagros de Jesucristo en las resurrecciones (primera, la de Lázaro, y la última la suya propia), me parece no tan “extremo” sino más bien transgresor e inquietante. Y a esto de crear historias originales sobre no-muertos que dejen poso, un relato como el de Serrano le viene que ni pintado, aunque éste llegue a cojear a veces un poquito.
S0KH9E, de Magnus Dagon. – A cualquiera que nos guste la temática Z no nos hubiera importado ser el protagonista de esta historia, aunque yo personalmente, discrepo con él en que adoro a los zombis; (no “amo”, ni “deseo”; a eso ya se le llama necrofilia).
Sí, me gustaría identificarme con este escritor que busca la inspiración para relatar una historia sobre no-muertos y que se encuentra sin quererlo insertado en la realidad de una bien auténtica y sobrecogedora. A este señor le ocurre en un Fnac de Madrid, pero a cualquiera que buscáramos la “inspiración Z” nos podría suceder paseando por la calle, en el supermercado, en el curro o tomando unas copas.
No me acaba de quedar claro si el autor con la rapidez de la trama pretende satirizar o burlarse en cierto modo del género Z, vistos los comentarios del inicio, pero sí he de decir que me gusta y que, incluso, las inserciones jocosas y el humor negro utilizado son del estilo que se agradece encontrar de vez en cuando en esta clase de relatos.
Mi amada Michelle, de J. E. Álamo. – Como bien dice el autor al comienzo, este relato es su particular homenaje al género negro, a las historias de detectives, crímenes y algún cadáver de por medio - sí, de los que se mueven y comen vísceras calientes -.
A decir verdad, casi me he imaginado a Humprey Bogart y a la agente Scully codo con codo investigando el homicidio que en esta historia nos concierne, ya que tanto el fondo de la misma como su originalidad “Z” nos llevan con éxito hasta el desenlace del crimen. Y ya no os cuento quién o qué es el asesino porque… ¡Mecachis!
Mi primo Tom, de Pedro L. López. - ¿Quién no hemos tenido un primo con el que nos hemos llevado genial desde niños? El muchacho narrador de este relato tiene que vérselas con su mejor amigo-primo cuando éste un buen día desaparece de casa dejando a sus espaldas unos cuantos libros de magia negra y brujería cuyos hechizos son capaces de resucitar a los muertos.
¿A que ya tenéis ganas de leerlo? No deja de ser un relato sencillo pero os enganchará.
Microrrelatos, de Julián Sánchez Caramazana. – Resulta extraño toparse en mitad de esta antología tan extensa y putrefacta con dos párrafos perdidos de escasas líneas que estén dedicados a no-muertos.
Pero si en ellas vemos condensadas todo el horror y la barbarie nacidos de escenas protagonizadas por estos insaciables seres, nos daremos cuenta que a veces no es necesario tragarnos un relato pesado e intrascendente para llegar a la misma (o peor) conclusión.
Me he quedado con ganas de un par de microrrelatos más… (por lo menos).
Psique, de Marc Rodríguez Soto. – Cuando Psique entra en tus sueños y se apodera de tu alma, no hay enemigo capaz de derrotarte; Esta enigmática frase resumiría el fantástico trabajo de Rodríguez Soto, una batalla casi onírica entre la eterna dualidad del bien y el mal representados por un padre y un hijo que por fatídicas circunstancias deben acabar con la existencia del otro.
Bien por el recurso de los dos narradores simultáneos, los dos puntos de vista antagónicos que se superponen y nos transportan hacia el clímax final siempre en tensión y con el más mínimo detalle.
Simplemente, uno de los mejores relatos de esta antología.
Salida maldita, de Roque Pérez Prados. – Una historia trepidante que comienza con una persecución policial y que acaba convirtiéndose en la peor pesadilla para sus protagonistas, un grupo de policías algo inexpertos que se quedarán tremendamente perplejos ante lo que se les avecine cuando tomen la ruta equivocada…
Pérez Prados utiliza – muy acertadamente -, un narrador omnisciente que se limita a contarnos a tiempo real, sin apenas descripciones, todo lo que sucede para que no pierda fuerza la tensión que impone la misma historia y mantenernos enganchados a este delicioso guión hollywoodiense cargado de suspense y acción desbordante.
Todo lo que muere se levanta, de Juan de Dios Garduño. – Si se pudiera criticar este relato con un monosílabo, éste sería un “¡JÁ!”. Pero como vosotros que me estaréis leyendo os merecéis mucho más que eso, dejaré constancia de esta reseña con un “¡JÁ, JÁ, JÁ!”.
No, esto no es ningún cachondeo irrespetuoso; simplemente, es mi reacción al acabar de leer el trabajo de Juan de Dios, un relato cargado de un humor negro delirante y explícito y situaciones tan absurdas que a uno le provocan buenas carcajadas. (Sí, con zombis, por supuesto).
Lo dicho; algo diferente y divertido que es mejor corroborar uno mismo.
Tras una persiana veneciana, de Emilio Bueso. – Un Apocalipsis Z visto desde los ojos de dos jóvenes hermanos atrapados en una gasolinera que observan el devenir de un nuevo mundo, - atestado de extraños seres mutilados deambulando que ellos denominan “gente rota”-, tras una persiana veneciana y un cartel de neón.
Lo mejor: La visión particular de los chicos sobre lo que les toca vivir y la descripción de esa atmósfera desoladora.
Lo peor: El final, aunque sólo se insinúe. (Podría haber infinitos desenlaces, pero el autor lleva el drama acumulado en la lectura hacia lo previsible).
Víctimas y verdugos, de José María Tamparillas. – Es posible contar un buen relato de no-muertos sin necesidad de acudir al recurso fácil de la violencia caníbal, la sangre correosa y la tripería que muchos querrían; he aquí un gran ejemplo de ello.
Una misión rutinaria, macabra y dramática es lo que une a los personajes que aparecen en “Víctimas y Verdugos”, un estupendo trabajo que habla, sobretodo, de sentimientos y que transcurre en unos laboratorios de investigación y exterminio de infectados por un virus letal (y tal). - No son menores la angustia y la desesperación que se viven dentro de esas instalaciones que en el caótico mundo exterior -.
Sin duda, una guinda ideal y diferente que clausura con calidad esta antología.
Bueno, dicho todo esto, no puedo dejar zanjada esta reseña sin felicitar a los chicos de NOCTE por la calidad de sus trabajos, - que nada tienen que envidiar a los de sus homólogos yankis -, su profesionalidad, experiencia y porque tienen la responsabilidad de superar esta antología con otra mucho mejor, por supuesto.
Y otra cosita más; Cuidado con infectar de virus Z todo lo que se nos antoje.
Cierto es que no hay nada mejor que “corromper” lo que ya está escrito con toda nuestra imaginación e improvisación, ya que está de moda y corre el riesgo de ser un éxito, pero no nos pasemos de un límite, puesto que tanta originalidad (extrema) no convence y se hace hasta cansina.
Espero que os haya convencido.
¡¡¡NOS VEMOS EN LAS JORNADAS LITERARIAS DE MADRID!!!
Muchos abrazos y mordiscos.
RESEÑA REALIZADA POR DRG
Sí, tal vez penséis que me estoy contradiciendo diciendo esto; que hay que buscar la originalidad en la literatura zombi – que si “Orgullo y Prejuicio Z, que si “El Lazarillo de Zombis”, digo, “de Tormes Z”, etc… -; pero es que ya estamos rizando el rizo demasiado y la originalidad extrema no siempre queda bien.
Blancanieves Zombi persiguiendo enanitos hasta la mina… Ojo, no me confundáis; no puedo decir que no me haya gustado pero todo esto ha hecho que me plantee una seria y difícil cuestión: ¿Hasta dónde vamos a llegar en la literatura Z? O mejor dicho, ¿dónde no vamos ya a meter zombis, visto lo visto? ¿Podemos realmente “infectar” todos los clásicos a nuestro antojo?
Eso sí, mucho cuidado con leerles esta versión Z del clásico de Disney a vuestros hijos, si no queréis que tengan pesadillas y toda clase de fugas nocturnas.
Fuegos Fatuos, de Miguel Puente Molins. – Tres jovenzuelos perdidos en el monte que se dedican a cazar zombis en mitad de la noche es un argumento que apenas roza lo convincente. Si le añades unos pasajes de acción y sangre y no-muertos que emanan gases fosforescentes en la oscuridad, ya tiene mejor pinta pero aún así no logra alcanzar una buena nota en mi estándar de calidad “Z”.
La primera resurrección, de Rubén Serrano. – Y vuelvo a exclamar: “¡Ay, Dios!”; (esta vez más acertadamente), tras leer las primeras páginas de lo que podría calificarse como un “evangelio apócrifo Z” de la Biblia.
Esta vez no voy a volver a mis rayadas mentales tras la crítica de “Fabularia”, ya que un servidor es uno de los muchos que piensan que las Sagradas Escrituras están repletas de manipulaciones, engaños y artificios – que no nos conciernen para nada ahora -; y darle una explicación así a los milagros de Jesucristo en las resurrecciones (primera, la de Lázaro, y la última la suya propia), me parece no tan “extremo” sino más bien transgresor e inquietante. Y a esto de crear historias originales sobre no-muertos que dejen poso, un relato como el de Serrano le viene que ni pintado, aunque éste llegue a cojear a veces un poquito.
S0KH9E, de Magnus Dagon. – A cualquiera que nos guste la temática Z no nos hubiera importado ser el protagonista de esta historia, aunque yo personalmente, discrepo con él en que adoro a los zombis; (no “amo”, ni “deseo”; a eso ya se le llama necrofilia).
Sí, me gustaría identificarme con este escritor que busca la inspiración para relatar una historia sobre no-muertos y que se encuentra sin quererlo insertado en la realidad de una bien auténtica y sobrecogedora. A este señor le ocurre en un Fnac de Madrid, pero a cualquiera que buscáramos la “inspiración Z” nos podría suceder paseando por la calle, en el supermercado, en el curro o tomando unas copas.
No me acaba de quedar claro si el autor con la rapidez de la trama pretende satirizar o burlarse en cierto modo del género Z, vistos los comentarios del inicio, pero sí he de decir que me gusta y que, incluso, las inserciones jocosas y el humor negro utilizado son del estilo que se agradece encontrar de vez en cuando en esta clase de relatos.
Mi amada Michelle, de J. E. Álamo. – Como bien dice el autor al comienzo, este relato es su particular homenaje al género negro, a las historias de detectives, crímenes y algún cadáver de por medio - sí, de los que se mueven y comen vísceras calientes -.
A decir verdad, casi me he imaginado a Humprey Bogart y a la agente Scully codo con codo investigando el homicidio que en esta historia nos concierne, ya que tanto el fondo de la misma como su originalidad “Z” nos llevan con éxito hasta el desenlace del crimen. Y ya no os cuento quién o qué es el asesino porque… ¡Mecachis!
Mi primo Tom, de Pedro L. López. - ¿Quién no hemos tenido un primo con el que nos hemos llevado genial desde niños? El muchacho narrador de este relato tiene que vérselas con su mejor amigo-primo cuando éste un buen día desaparece de casa dejando a sus espaldas unos cuantos libros de magia negra y brujería cuyos hechizos son capaces de resucitar a los muertos.
¿A que ya tenéis ganas de leerlo? No deja de ser un relato sencillo pero os enganchará.
Microrrelatos, de Julián Sánchez Caramazana. – Resulta extraño toparse en mitad de esta antología tan extensa y putrefacta con dos párrafos perdidos de escasas líneas que estén dedicados a no-muertos.
Pero si en ellas vemos condensadas todo el horror y la barbarie nacidos de escenas protagonizadas por estos insaciables seres, nos daremos cuenta que a veces no es necesario tragarnos un relato pesado e intrascendente para llegar a la misma (o peor) conclusión.
Me he quedado con ganas de un par de microrrelatos más… (por lo menos).
Psique, de Marc Rodríguez Soto. – Cuando Psique entra en tus sueños y se apodera de tu alma, no hay enemigo capaz de derrotarte; Esta enigmática frase resumiría el fantástico trabajo de Rodríguez Soto, una batalla casi onírica entre la eterna dualidad del bien y el mal representados por un padre y un hijo que por fatídicas circunstancias deben acabar con la existencia del otro.
Bien por el recurso de los dos narradores simultáneos, los dos puntos de vista antagónicos que se superponen y nos transportan hacia el clímax final siempre en tensión y con el más mínimo detalle.
Simplemente, uno de los mejores relatos de esta antología.
Salida maldita, de Roque Pérez Prados. – Una historia trepidante que comienza con una persecución policial y que acaba convirtiéndose en la peor pesadilla para sus protagonistas, un grupo de policías algo inexpertos que se quedarán tremendamente perplejos ante lo que se les avecine cuando tomen la ruta equivocada…
Pérez Prados utiliza – muy acertadamente -, un narrador omnisciente que se limita a contarnos a tiempo real, sin apenas descripciones, todo lo que sucede para que no pierda fuerza la tensión que impone la misma historia y mantenernos enganchados a este delicioso guión hollywoodiense cargado de suspense y acción desbordante.
Todo lo que muere se levanta, de Juan de Dios Garduño. – Si se pudiera criticar este relato con un monosílabo, éste sería un “¡JÁ!”. Pero como vosotros que me estaréis leyendo os merecéis mucho más que eso, dejaré constancia de esta reseña con un “¡JÁ, JÁ, JÁ!”.
No, esto no es ningún cachondeo irrespetuoso; simplemente, es mi reacción al acabar de leer el trabajo de Juan de Dios, un relato cargado de un humor negro delirante y explícito y situaciones tan absurdas que a uno le provocan buenas carcajadas. (Sí, con zombis, por supuesto).
Lo dicho; algo diferente y divertido que es mejor corroborar uno mismo.
Tras una persiana veneciana, de Emilio Bueso. – Un Apocalipsis Z visto desde los ojos de dos jóvenes hermanos atrapados en una gasolinera que observan el devenir de un nuevo mundo, - atestado de extraños seres mutilados deambulando que ellos denominan “gente rota”-, tras una persiana veneciana y un cartel de neón.
Lo mejor: La visión particular de los chicos sobre lo que les toca vivir y la descripción de esa atmósfera desoladora.
Lo peor: El final, aunque sólo se insinúe. (Podría haber infinitos desenlaces, pero el autor lleva el drama acumulado en la lectura hacia lo previsible).
Víctimas y verdugos, de José María Tamparillas. – Es posible contar un buen relato de no-muertos sin necesidad de acudir al recurso fácil de la violencia caníbal, la sangre correosa y la tripería que muchos querrían; he aquí un gran ejemplo de ello.
Una misión rutinaria, macabra y dramática es lo que une a los personajes que aparecen en “Víctimas y Verdugos”, un estupendo trabajo que habla, sobretodo, de sentimientos y que transcurre en unos laboratorios de investigación y exterminio de infectados por un virus letal (y tal). - No son menores la angustia y la desesperación que se viven dentro de esas instalaciones que en el caótico mundo exterior -.
Sin duda, una guinda ideal y diferente que clausura con calidad esta antología.
Bueno, dicho todo esto, no puedo dejar zanjada esta reseña sin felicitar a los chicos de NOCTE por la calidad de sus trabajos, - que nada tienen que envidiar a los de sus homólogos yankis -, su profesionalidad, experiencia y porque tienen la responsabilidad de superar esta antología con otra mucho mejor, por supuesto.
Y otra cosita más; Cuidado con infectar de virus Z todo lo que se nos antoje.
Cierto es que no hay nada mejor que “corromper” lo que ya está escrito con toda nuestra imaginación e improvisación, ya que está de moda y corre el riesgo de ser un éxito, pero no nos pasemos de un límite, puesto que tanta originalidad (extrema) no convence y se hace hasta cansina.
Espero que os haya convencido.
¡¡¡NOS VEMOS EN LAS JORNADAS LITERARIAS DE MADRID!!!
Muchos abrazos y mordiscos.
RESEÑA REALIZADA POR DRG
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