domingo, 4 de noviembre de 2012 | By: Skadhi

Conoce a... H. G. Wells

Cuando alguien piensa en los fundadores de la ciencia ficción, le vienen a la cabeza, automáticamente, nombres como el de Isaac Asimov (que ni de lejos es un fundador y sí uno de sus grandes exponentes) o Carl Sagan. Y si le dicen que vaya más atrás, puede que piense en Julio Verne. Pero quizá no tanta gente piense en Herbert George Wells. Y no porque no lo conozcan, sino porque quizá son más conocidas sus obras que él mismo. Seguro que a casi todo el mundo le suenan libros como La Máquina del Tiempo o La Guerra de los Mundos, pero si les preguntas por el autor, puede que muchos se quedaran en blanco. No ocurre así con Verne, que con sólo pronunciar ese apellido, la gente ya piensa en el Capitán Nemo, o La Vuelta al Mundo en Ochenta Días.

H. G. Wells
Y ¿quién era este escritor? Nació en un pueblo del condado de Kent, en Inglaterra, en 1866. Creció y se educó en el seno de familia de clase media baja, más bien humilde, un hecho que marcaría su futuro. Se aficionó a la lectura a raíz de una convalecencia que guardó a los ocho años y decidió que quería dedicarse a ello. Durante su juventud tuvo que ayudar en el sostenimiento de su familia y llegó a trabajar en un taller textil. Sabiendo como sabemos ahora las condiciones en las que se trabajaba en aquella época, me imagino que no debió de ser muy agradable. Finalmente pudo estudiar Biología gracias a una beca. La formación que obtuvo sin duda dio base a sus posteriores escritos.

A nivel ideológico era claramente de izquierdas y era una persona de lo que hoy llamaríamos de “mente abierta”. Se casó dos veces y durante su segundo matrimonio tuvo varias amantes con el consentimiento de su mujer (hasta tuvo hijos con alguna de ellas). Su idea de que otro mundo mejor era posible le llevó a ser miembro de la Sociedad Fabiana, un grupo de personas que buscaban la consecución del socialismo por medios no violentos. Su ideología se ve claramente en sus textos y aunque es muy conocido por sus libros de ciencia ficción, Wells escribió más de cien obras y la mayoría son de corte filosófico, histórico o de reivindicación social, analizando la sociedad de su época y proponiendo alternativas al Imperialismo o la lucha de clases.

De hecho, como escritor, dicen los entendidos que su prosa no vale mucho, pero que lo que importa es el contenido de sus libros. En ellos el autor refleja fielmente sus convicciones y sus angustias sociales, en un intento de moralizar y educar a sus lectores. Por ejemplo la Máquina del Tiempo es un libro que nos habla de la lucha de clases, en como un proletariado evolucionado devora a unos burgueses hedonistas. Y no sólo eso, sino que augura el fin de la raza humana y de la civilización al no hacernos responsables de nuestros actos y permitir que con la continua deshumanización del ser humano se pierdan los valores intrínsecos del mismo. Para Wells es fundamental que el hombre tome conciencia de la importancia de sus actos en el devenir del futuro de la humanidad.

Este mismo pensamiento es el que está detrás de La Isla del doctor Moreau, en el que aborda los límites éticos al conocimiento, la responsabilidad del ser humano en las consecuencias de sus actos y en la fina línea que separa la civilización de la regresión al estado animal. Se trata también de una oposición a la práctica de la vivisección, muy debatida en ese momento y un pequeño análisis de la vivencia en comunidad. Ese límite a los conocimientos de la humanidad también sería abordado en El Hombre Invisible a la vez que critica el uso irracional del poder y dejarse abrumar por la superioridad que éste confiere. Recordemos que al final el hombre invisible, ya completamente loco, tenía por objeto el total control y dominio de la humanidad bajo su mando.

En La Guerra de Los Mundos aborda otra de sus críticas más habituales. La del Colonialismo e Imperialismo, que se basaban en la idea de que una supuesta superioridad cultural o tecnológica te daba derecho a conquistar o colonizar a otras razas inferiores, quedando por tanto justificadas, acciones como la colonización del Congo por los belgas. Así mismo volvía a la pérdida de la pátina de civilización que recubre nuestro instinto animal al vernos liberados de nuestros condicionantes, a la vez que criticaba la rigidez del pensamiento victoriano.

Como vemos para Wells primaba la importancia del contenido educador y aleccionador de sus escritos frente al tecnicismo o la calidad de los mismos. Su idea siempre fue expresar sus creencias en un intento de mejorar al ser humano y la evolución del mismo y aunque rechazaba la etiqueta de novelista científico, sin duda sentaba las bases de lo que llamamos hoy ciencia ficción, quizá del tipo “blando”, en el que no importa la rigurosidad técnica de la obra, sino el contenido de la misma. Sería tal vez la oposición a la ficción de Verne, quien se explayaba durante páginas y páginas en explicaciones técnicas y términos científicos dando origen a la ciencia ficción más dura.

Sea como sea es innegable el impacto de sus obras y lo avanzado para su época de su ideología “librepensadora”, que influyó en sus libros y que le llevó a tocar temas tan candentes y aún vigentes, como la liberación femenina, el ecologismo, la lucha de clases, la ética, el poder, el racismo y el hecho de que todo ser humano es responsable de sus actos y como está en nuestras manos el forjar un mundo mejor para nuestras futuras generaciones.

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